Los museos y sitios de memoria, inscripciones materiales del pasado en el espacio público, pueden ser abordados como un índice de la situación de los debates y los conflictos por el sentido de los acontecimientos que han marcado a una comunidad. Me ocupé de los proyectos y las discusiones sobre la ESMA en el comienzo de las iniciativas que se proyectaban sobre el predio.[1] Hoy, casi quince años después, retomo el propósito de indagar allí, en el sitio y alrededor del predio, los logros y los fracasos de una política pública de la memoria.

 

Página web del Espacio Memoria y Derechos Humanos

La página web del Espacio Memoria y Derechos Humanos ofrece en el inicio un mosaico de entradas múltiples. Hay links a las 14 entidades o sitios que hasta hoy ocupan el predio.

Hay organismos históricos: Abuelas, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Asociación Madres de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, H.I.J.O.S.– Casa de la Militancia, Memoria Abierta.

Hay entidades dependientes del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos como el Archivo Nacional de la Memoria, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti y la Iniciativa Latinoamericana para la identificación de Personas Desaparecidas I.L.I.D. (de la que participa también el Ministerio de Salud). Está allí también el Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (CIPDH) de UNESCO, dependiente de ese ministerio.

Existen además un Instituto de Políticas Públicas de Derechos Humanos del MERCOSUR (dependiente del Mercosur), el portal EducAr, sitio web oficial del Ministerio de Educación y el Museo Malvinas e islas del Atlántico Sur, que depende del mismo ministerio. Finalmente, la página alberga el Sitio de Memoria ESMA.

Página Facebook del Museo Sitio de Memoria ESMA

¿Cómo se gestiona ese mosaico de entidades, elencos y jurisdicciones? No es fácil entenderlo. La pestaña “Institucional” presenta al Ente Público Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos, dirigido por un Órgano Ejecutivo tripartito integrado por un representante del Gobierno Nacional, un representante del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y un representante del Directorio de Organismos de Derechos Humanos. Pero parece claro que el Ente administra sólo el Sitio de Memoria. Cada una de las otras entidades u organismos, ya enumerados, responden a sus propios fines y jurisdicciones. Algunas son privadas (ONGs) y otras responden al gobierno nacional. La Ciudad sólo participa con un representante en el Ente público, pero no posee, hasta dónde se puede advertir, ningún espacio propio.

 

  Para entender ese mosaico hay que restituir algo de la historia del traspaso del predio, desde 2004, y de las decisiones que llevaron a su configuración actual. Creado el Ente Público, en noviembre de 2007, el Poder Ejecutivo Nacional a cargo de Cristina Fernández de Kirchner determinó la asignación de los edificios a las diferentes entidades. Luego, en mayo de 2014, la Legislatura (por acuerdo de los bloques del PRO y del FPV) determinó el traspaso de los sitios de memoria de la Ciudad a la Nación. La decisión implicó la disolución del Instituto Espacio para la Memoria (IEM), de la Ciudad, y fue en su momento muy discutida y resistida por los organismos de derechos humanos. Adolfo Pérez Esquivel acusó al gobierno nacional de Cristina Fernández de Kirchner de querer “apropiarse de los derechos humanos”. La discusión y las reacciones pueden verse en la prensa de esos días (ver, por ejemplo, La Nación, 8 de mayo de 2014).

  En verdad, y esto es algo que casi no se dice, el predio sigue perteneciendo a la Ciudad de Buenos Aires y fue cedido en usufructo a la Nación, junto con otros cuatro centros clandestinos de detención, por 30 años. ¿Qué será del predio de la ESMA en 2044, cuando cese el convenio? Es imposible saberlo. Pero a la luz de la historia más reciente es muy improbable que persista en su estado actual.

 

La página proporciona una información muy somera sobre los orígenes de la ESMA y pasa directamente a un apunte histórico sobre la dictadura. Destaca el papel de  “los centros de poder internacional y los grupos económicos concentrados”, dedica un párrafo a la década del setenta, denuncia a las Fuerzas Armadas, la Triple A, la acción represiva gubernamental, en una acumulación algo confusa, incomprensible para cualquiera que no tenga un conocimiento previo. No hay allí ninguna mención de las condiciones políticas, los conflictos y la violencia en la sociedad.

Luego sigue una información somera sobre el centro clandestino que da cuenta de la cifra de 5000 desaparecidos en el lugar. Es sabido que las cifras de desaparecidos han sido objeto de debate. Cabría dar alguna precisión en un sitio oficial que se propone fines pedagógicos. Hay cuestiones históricas pendientes. ¿Cuántos son los desaparecidos en la ESMA identificados? ¿Cuánto tiempo se mantuvo operativo el centro? ¿Cómo se distribuyeron esas 5000 víctimas en ese tiempo? Dadas las características físicas del lugar, los testimonios sobre las acciones del grupo de tareas, el tiempo en que permanecían allí los detenidos, los procedimientos de los “traslados”, etc. ¿es compatible esa cifra con la capacidad operativa del lugar?

 

 “La recuperación” es el apartado siguiente, que comienza directamente en 2003. Da cuenta del acto del Presidente Kirchner el 24 de marzo de 2004 e inserta el video del discurso, presentado como la “Creación del Museo de la Memoria”. Como es sabido allí no se creó un museo ni hubo ningún anuncio en ese sentido.

El discurso es conocido: habla a la militancia y sólo elige hacerlo como Jefe de Estado para pedir «perdón en nombre del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante veinte años de democracia». El mismo Kirchner reconoció el exceso cometido y luego llamó al ex Presidente Alfonsín para pedir disculpas. Todo eso es conocido para los que tenemos los años suficientes, pero no seguramente para los más jóvenes o para los extranjeros a los que ese espacio pretende llegar. La retórica tiende a excluir a los que no saben previamente de qué se trata. O, peor, refuerza la idea de que ocupar un lugar es lo mismo que crear un museo. La lucha por los lugares, afirmaba el recordado Toto Schmucler, puede ser un modo de sepultar las memorias.

El protagonismo del Presidente Kirchner se refuerza en las imágenes ofrecidas para ilustrar el Espacio Memoria y Derecho Humanos: alternan cuatro imágenes, de las cuales tres corresponden al lugar y a personas recorriendo el predio; la cuarta es la conocida imagen de Kirchner y el Gral. Bendini descolgando los cuadros de Videla y Bignone. Ese acto no se cumplió en la ESMA sino en el Colegio Militar de El Palomar.

 

Me detengo aquí. Hay un doble malentendido, omisión o directamente borramiento. Por un lado, un video que anuncia en su título un Museo de la Memoria que no se creó y ofrece en cambio un discurso de exaltada reivindicación de la militancia y promete un espacio para los “compañeros”. Por otro, la omisión de lo que el Estado había hecho antes del ciclo kirchnerista con la Conadep y el Juicio a las Juntas.

En efecto, si algo resalta en una primera inspección de la página es la reiteración de registros, testimonios, intervenciones, centrados en la militancia. Y la ausencia de cualquier referencia a la historia y la memoria de lo sucedido en los años iniciales de la democracia. Hay centenares de entradas y un enorme caudal de material, se incluyen opiniones, entrevistas, muchas autorreferenciales o que dan cuenta de quienes visitaron el lugar. En lo que pude ver no encontré ninguna que mencione la Conadep o el Juicio a las Juntas.

Para ser justos, el lugar de la justicia está presente en un apartado muy completo sobre la “Megacausa ESMA” con información actualizada y noticias sobre el proceso.

«Los extraños días», de la serie El color que cayó del cielo (Arkham-ESMA), fotografía, Marco Bufano, 2015.

Sobre el propio Museo-sitio, la creación, las decisiones que se tomaron sobre el guión y la tecnología aplicada a la exhibición, no se dice nada. En su momento, en 2014, el proyecto, que nunca se conoció públicamente, recibió fuertes críticas (Ver, por ejemplo, Perfil, 3 de agosto de 2014HIJOS La PlataLa Nación, 12 de febrero de 2014).  Lo que pudo trascender entonces del guión proyectado proponía intervenciones vivenciales, luces y sonidos, que eran más importantes que los testimonios. Afortunadamente, eso ha cambiado en la muestra actual del sitio. No se ha considerado importante dar cuenta en la página de los criterios que han orientado el diseño y el guión que hoy se ofrece a los visitantes.

Finalmente, aunque el Espacio quiere focalizarse sobre el sitio y lo que sucedió allí postula objetivos más amplios que apuntan a “preservar la memoria, promover y defender los derechos humanos”. No es el Museo Nacional de la Memoria que alguna vez se proyectó. Esos objetivos se perdieron en el tortuoso camino que culminó con la creación del Ente y el reparto de los espacios. Sin embargo, algo de ese propósito borrado queda  indicado como un marco para lo que sucedió, sobre todo en esos apuntes históricos sobre la dictadura, el terrorismo de Estado o la reiterada mención de la militancia. Pero la historia, los sentidos, la deliberación sobre ese pasado, que obviamente incluye alguna discusión, queda suprimida, opacados por el sufrimiento de las víctimas y la heroicidad de los militantes. Sin un mínimo contexto, la dictadura parece haber caído como un rayo sobre una sociedad ajena a todo conflicto. Y la violencia del Estado reprimió una militancia, incluyendo las organizaciones guerrilleras, que queda fuera de cualquier juicio histórico. Y por supuesto, también quedan fuera de la deliberación y el debate las responsabilidades de la sociedad y de diversos actores sociales.

Igualmente se suprime cualquier indicación sobre las cosas que sucedieron allí y que resultan inasimilables para el relato militante. Por ejemplo, la significación de las iniciativas de “recuperación” de prisioneros a partir de las hipótesis sobre un pacto entre el Almirante Massera y el jefe de Montoneros, Mario Eduardo Firmenich. Se repite un enunciado histórico que condensa una toma de posición sobre el pasado, “dictadura cívico-militar”, que se repite como una fórmula hecha, sin que el vacío de sentidos y de conocimiento permita saber qué quiere decir, al menos para la mayoría de quienes visitan la página y no conocen las intrincadas discusiones terminológicas en la cultura cerrada de las memorias militantes.

Finalmente existe una correlación entre ese relato y el predominio de los representantes de los organismos, en desmedro de un papel más autónomo del Estado y de una gestión profesional del espacio. En algunas propuestas que quedaron por el camino se postulaba una dirección por concurso público, que es el modo de gestión establecido en espacios similares en el mundo. Y es el que se implementó con éxito en el Museo de la Memoria de Rosario.

En fin, dejo acá mis impresiones centradas en lo que puedo decir de la página web.

 

En cuanto al recorrido del sitio, quienes me acompañaron en la visita seguramente pueden decir más sobre la experiencia. Muy brevemente, el guión se atiene más a lo sucedido allí y otorga, a través de los testimonios en sede judicial, un papel preponderante al Juicio a las Juntas. Lo borrado en la página aparece resaltado en las imágenes de los videos que acompañan el recorrido. Y lo más resaltado en la página, la exaltación de la militancia, queda muy atenuado en el sitio, en el que no hay lugar para las visiones épicas de las víctimas. Como sea, en la medida en que el recorrido se abre con un video bastante confuso que pretende aportar una introducción o un contexto bajo el título “Democracia y dictadura”, se extraña algún apunte histórico mínimo. Los lugares no hablan por sí solos y sin ese marco de conocimiento los testimonios del sufrimiento y el terror promueven sobre todo la identificación afectiva con las víctimas y el repudio a los verdugos.

Para terminar, el dispositivo presencial es sin duda mejor que la presentación del sitio en la web. Pero aun así, el conjunto no alcanza a proporcionar sustento a una deliberación pública sobre ese pasado de violencias y de muertes. Abordado como un dispositivo pedagógico, es bastante limitado en sus efectos sobre una memoria capaz de hacerse cargo de un pasado complejo y conflictivo.

 

Diciembre de 2018

 

[1] H. Vezzetti, “Políticas de la memoria: el Museo en la ESMA” (2004). “Memoria histórica y memoria política: las propuestas para la ESMA” (2006), incluidos en Sobre la violencia revolucionaria. Memorias y olvidos, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009.