Las cifras importan, así como las voces de todos, si se trata de promover la memoria histórica como una vía de reparación de las consecuencias de crímenes y violencias que arrasaron con las bases de una comunidad nacional. La guerra en Colombia es un caso extremo y dependió de condiciones muy específicas. Pero el modo en que el Estado y la sociedad abordan ese pasado merece ser conocido y discutido en el marco de las experiencias que, en la Argentina y en América latina, con las dificultades y las resistencias conocidas, buscan promover un trabajo de deliberación sobre las violencias del pasado en un camino de edificación de la justicia y la profundización de la democracia.

El Observatorio de Memoria y Conflicto, del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) de Colombia entregó al Sistema integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, la base de datos más completa sobre el conflicto armado, que documenta hechos de 1958 a julio del 2018.

«Instrumento para estrellar», Juan Pablo Renzi (1988)

La guerra en Colombia dejó 262.197 muertos. La gran mayoría miembros de la población civil: 215.005 civiles frente a 46.813 combatientes. Documentó, en total, 353.531 hechos. Estos son algunos de sus hallazgos: la guerra dejó 80.514 desaparecidos, 37.094 víctimas de secuestro, 15.687 víctimas de violencia sexual y 17.804 menores de 18 años reclutados. Las cifras corresponden a acciones bélicas, ataques a poblados, asesinatos selectivos, masacres, atentados terroristas, secuestros, desapariciones forzadas, violencia sexual, daños a bienes civiles. También a reclutamiento y utilización de menores de edad y minas antipersonales. Un total de 94.754 muertes son atribuidas a los paramilitares, 35.683 a la guerrilla y 9.804 a agentes del Estado.

Por primera vez se creó un sistema de información que incluye 592 fuentes sociales e institucionales, y un total de 10.236 documentos y bases de datos, para unificar criterios y clasificar información. Esto permitirá contribuir al esclarecimiento histórico y reconocer la pluralidad de voces de la guerra. La documentación responde a la pregunta ¿quién le hizo qué a quién, cuándo, dónde y cómo?

“Tenemos que empezar a reconocernos todos para entender el conjunto de la guerra. La fragmentación confunde, distorsiona la verdad. A la fragmentación hay que anteponerle la compactación, juntar todas las piezas, como nosotros lo hicimos”, aseguró Andrés Suárez, coordinador del Observatorio, el 1 de agosto de 2018, cuando el CNMH entregó los balances sobre su trabajo en la última década.

“La salida de la guerra necesita de memorias comprensivas y transformadoras”, dijo Gonzalo Sánchez, director de la entidad. Y en ese mismo sentido, Andrés Suárez hizo un llamado para que se escuche a toda la pluralidad de voces: a las víctimas y los perpetradores, a los civiles y los combatientes. “No le tengamos miedo a la tensión que hay entre esas voces. Todos tienen un pedazo de verdad y hay que tenderles puentes para integrarlas”. Pidió, además, trabajar sobre la información e investigación que ya existe: “no pierdan de vista que las víctimas ya han hablado. Han hablado muchas veces, han pasado por un enorme desgaste, y quieren seguir hablando pero hay que hacerles nuevas preguntas”.

Aquí se puede descargar el informe: http://centrodememoriahistorica.gov.co/observatorio/