La decisión del Gobierno nacional de recortar fondos coparticipados a la Ciudad de Buenos Aires volvió a poner en la discusión pública el problema del federalismo. Lo hizo, claro está, de modo tan breve como superficial: pocos días después, si no es que horas, la discusión, que apenas si había comenzado a plantearse con argumentos razonados, se desvaneció en el aire sin nunca antes haber llegado a ser sólida. Ese es, en general, el estado del debate público entre nosotros: a nadie debe extrañar que lo gaseoso se disuelva en el aire.
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