Cuando la memoria se convirtió en ideología
Federico Monjeau
Federico Monjeau murió el 23 de enero pasado. Excepcional crítico musical, poseía una inigualable capacidad para iluminar, desde la música y la historia del arte, zonas enteras de la cultura, de las constelaciones intelectuales, las ideas y la experiencia política y social.
Incapaz de repetirse, en su textos, personales e inconfundibles, siempre buscaba iluminar lo menos visible, el señalamiento que iba en contra o se situaba al margen de los lugares comunes. Podía escribir sobre la temporada del Colón, Beethoven, Morton Feldman o Martha Argerich; pero también sobre la voz del Polaco Goyeneche, las canciones de los mundiales de fútbol o los efectos y los usos políticos de la música de Caetano Veloso. Felizmente, sus notas, verdadero tesoro de la crítica musical y cultural de su tiempo, están hoy disponibles: https://www.clarin.com/autor/federico-monjeau.html
Desde la música se abría al cine, la literatura, el arte y la vida o, como en el texto que aquí reproducimos, a la memoria en la música y en la experiencia política y social argentinas. El tema se tocaba con un capítulo doloroso de su vida: su hermano Alejandro, muy joven, fue secuestrado en 1977; y él se exilió en Brasil. Era un tema del que casi no hablaba, pero que sin dudas pesaba en su ánimo cuando, desde una ética que fue un rasgo permanente de sus posiciones como intelectual, arrojaba un juicio lapidario sobre la manipulación y el oportunismo en las prácticas políticas de la memoria que proliferaban a su alrededor.
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